Por: Miranda Bejarano Salazar
¿Cuándo fue la última vez que usted aprendió algo por primera vez?, ¿recuerda cómo fue su niñez cuando tan fácilmente se dejaba sorprender por la vida? Para quienes convivimos con niños se nos ha hecho paisaje la cantidad de preguntas con las que nos asaltan constantemente. Si nadie lo ha hecho aún, valdría la pena contabilizar el número de preguntas que hacen por minuto. No en vano, la sencillez que guardan los cuestionamientos de estos pequeños abre la posibilidad a explicaciones sumamente complejas. Con total certeza se que abundan los casos en los que nos hemos visto haciendo maromas mentales para explicarle a un niño cosas como, por ejemplo, por qué no se puede imprimir más billetes cuando el dinero escasea.
Para hablar sobre el poder transformador de la mente de los niños entrevistamos a Claudia Cristancho, profesora de la Licenciatura en Educación Infantil de la Universidad El Bosque y Magíster en Educación. Según la profesora Cristancho “no hay mejores científicos que los niños. Ellos son exploradores innatos y esa es una gran virtud. Todo lo quieren conocer y el ejercicio de hacer preguntas se da de manera natural en ellos”. También, comenta que es muy común que se crea que el pensamiento científico es cuestión de adultos con doctorado, cuando en realidad, este tipo de pensamiento, junto con el crítico y el creativo –por mencionar algunos–, tienen un gran protagonismo en la exploración del mundo desde edades tempranas. “La capacidad de explorar el mundo por medio de la ciencia debe ser cultivada desde la infancia, ya que todo lo que se potencia en los primeros años es lo que más va a generar incidencia por el resto de nuestra vida”, declara Claudia Cristancho.
Convertirse en un científico requiere años de estudio, experiencia y un alto bagaje teórico para analizar los datos provenientes de los experimentos. En esencia, se trata de adiestrar el método científico cuya estructura es casi estandarizada y que se centra en la pregunta de investigación. Proceso que no dista mucho al hablar de pensamiento científico en la infancia que, de acuerdo con la profesora Cristancho “es un conjunto de habilidades que tienen como objetivo transformar la realidad, a través de la creación y materialización de ideas”. Más allá de que un niño explore instintivamente y en aparente desorden, Alison Gopnik, Psicóloga de la Universidad de Berkeley, en su artículo publicado en la revista Science en 2012 “Pensamiento científico en niños pequeños: avances teóricos, investigación empírica e implicaciones políticas”, asegura que los niños son capaces de usar los datos para formular y hacer tests de sus hipótesis. Además, de entender estadística básica y establecer conclusiones a partir de sus experimentos cotidianos, tal y como lo haría un Nobel de física.
La ciencia no podría edificarse, remodelarse ni replantearse si no fuera por la presencia de mentores que, como faros, dirigen los procesos de investigación. En la primera infancia, los “directores de tesis” vendrían siendo los adultos que orbitan sus contextos, incluidos familiares y docentes. “Para ellos, el adulto es un guía y gracias a esto se abre un canal de acercamiento a esa realidad y a aquella verdad que ellos quieren descubrir”, comenta Cristancho. Un estudio del 2021, llevado a cabo por el grupo de investigación a cargo del Dr. Yildiz de la Universidad Hacettepe (Turquía), demostró que, dentro de los 70 niños de preescolar encuestados, aquellos cuyos entornos familiares y escolares resultaban estimulantes para su ingenio, se acentuaba la relación entre el pensamiento científico y la creatividad. De la mano de este hallazgo, se destaca la importancia, para el desarrollo provechoso del intelecto humano, la estrechez entre los distintos tipos de pensamiento y la responsabilidad que tienen los adultos en este proceso.
Para la profesora Cristancho y el programa de Licenciatura en Educación Infantil, teniendo en cuenta el crucial papel que tienen los adultos en el moldeamiento de una buena infancia, se empeña en que sus futuros pedagogos cuiden de la gestación de mundos, fantasías y soluciones creativas en la mente de los que serán sus estudiantes. Por supuesto, teniendo presente que la labor de los profesores en las aulas, es complementaria a la estimulación intelectual a la que están expuestos los niños en sus entornos cotidianos.
El poder de las ideas lo vemos actualmente en cada nuevo avance tecnológico y descubrimiento científico. Nunca podremos determinar cuales, de aquellos famosos inventos, fueron alguna vez la fantasía de un niño “preguntón”. A lo mejor, las pilatunas y experimentos poco ortodoxos de nuestros pequeños son muestra de la complejidad de las ideas que se tejen a cada instante. Puede que el motor del mundo sea esa capacidad de asombro de los niños que no se ha perdido en nosotros, solo se ha distraído.
Pedagogía Hospitalaria – Licenciatura en Educación Infantil
Tuvimos la oportunidad de acompañar a Danna, estudiante de la Licenciatura en Educación Infantil, en un día de su práctica como pedagoga hospitalaria. Aprendimos sobre la importancia del acompañamiento y cuidado de aquellas infancias que, por motivos de salud, no tienen la oportunidad de ir a un centro educativo.